Lo primero es el secado, que se refiere a retirar el exceso de humedad que la planta tiene en hojas, tallos, ramas y flores. Este contenido de agua puede representar entre el 75 y 85% del peso de la flor, por lo que para poder aprovechar las propiedades terapéuticas, sin dilución, debe retirarse o de lo contrario se correrá el riesgo de contaminación por hongos.
Si tu planta es muy grande, puedes seccionar sus ramas para que sea más fácil su secado, ya que mucha biomasa vegetal acumulada en un solo punto puede encerrar la humedad en vez de dejarla salir. También tienes la opción de colgar las plantas de manera vertical en un tendedero o de manera horizontal en estantes o rejillas con superficies que permitan la circulación del aire.
No desesperes, un secado lento es superior a un secado rápido ya que mantiene una mayor cantidad de cannabinoides y terpenos intactos. Las condiciones del cuarto de secado deben estar entre los 15-20°C y una humedad relativa entre el 40 al 60%, para un tiempo de secado de entre 2 a 4 semanas.
Procura mantener una corriente de aire constante para eliminar cualquier humedad estancada en el cuarto de secado.
Sabrás que tu planta se ha secado satisfactoriamente cuando tomes una rama, la dobles y se quiebre de manera limpia, en vez de arrancar corteza del tallo.
Aún no está lista para consumo, todavía falta curar los cogollos. ¡Ya casi terminas!
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